
Detrás de las cortinas, los vidrios y las mosquiteras,
nueve horizontales por doce verticales, simétricas,
vino, caqui, café, cinco y siete pétalos,
las flores, me atrapan como a las abejas,
geométricas,
alternativamente.
No puedo parar de contar y de admirar sus diferencias,
sus formas,
mientras estamos de prestado en este lugar común,
de paso,
compartiendo la tradición de la tribu,
aprendiendo a ser papas y mamas,
nos asentamos con nuestros bártulos y nos recuperarnos, en la habitación de la abuela,
donde otros esperaron , la muerte o la vida,
donde gritamos cuando amanece
y llegan.

Una respuesta a “La habitación de la abuela”