Esta semana he escuchado pláticas sobre salud mental en la radio, y también he leído sobre el miedo en redes sociales. Pero siempre es una sorpresa para mí, cuando un vecino se suicida. Y ya me ha pasado dos ves. En España es muy precaria (y no es universal): la atención sanitaria de nuestra seguridad social a los millones de pacientes con “problemas mentales”, por falta de recursos públicos, sobre todo cuando el especialista descarta que haya un riesgo, con cierta urgencia, de autolesión, de suicidio, o que vayas a matar a tu jefe en el trabajo, a tus hij@s en casa…
Cuando puedes (más o menos medicado) llevar una vida normal- puedes ser productivo, entonces te quedas en tierra de nadie: eres una más de las “locas” no confesas, que vas a tener ciertas crisis de vez en cuando (más o menos frecuentes), que vas a tratar de solucionar con visitas al psiquiatra (más o menos periódicas), en función del diagnóstico profesional de intensidad, y de sus expectativas en cuanto a las consecuencias. Lo más común es que te receten antidepresivos y ansiolíticos, fundamentalmente. ¡Y que vivan las drogas!
Conozco a mujeres que se medican de por vida ( yo misma, adictas) con el riesgo que suponen las diferentes medicaciones para otros aspectos de una salud integral. Y ya, dependiendo de tu estatus y poder adquisitivo: en el mejor de los casos tendrás un psicólogo reconocido, que te recomendará ciertas terapias, ejercicios semanales y libros de auto-ayuda, más o menos bestsellers…y te auto conocerás, auto cuidarás y mejorarás en tu autoestima. De vez en cuando harás sesiones de mindfulness/yoga, te auto medicarás con plantas naturales, como es mi caso. En la mejor de las circunstancias: viajarás, formarás una bella familia y escribirás en un blog sobre procesos vitales y transformaciones.
Conozco de primera mano estas enfermedades: he sufrido crisis de ansiedad y de ira, he cuidado de mi padre con Alzheimer, y seguimos conviviendo mi pareja y yo, desde hace más de una década, con todos nuestros monstruos y depresiones, más o menos intensas. Ambos tenemos unas lesiones por traumas complejos, desde nuestras infancias. Así que también aprendimos bien tarde, cuánto hay que cuidar de nuestras emociones, desde que somos niños.
Y qué responsabilidad tenemos las madres-padres en todo esto de la continuidad cultural, en la falta de reconocimiento de las enfermedades mentales. Tenemos que compartir nuestros miedos, pero son pocos los espacios donde hablamos de nuestra vida emocional:
Nos da miedo mostrar delirios, debilidades, limitaciones, oscuridades, vergüenzas, problemas, verdades, frustraciones. Todos nuestros fallos comunes. No queremos compartir nuestros plurales humanos. Por miedo al rechazo.
Cuando vivimos completamente descentrados hacia afuera, queriendo agradar al resto: amigos, jefes, familiares, hijos… A costa de creer falsamente que cuando los demás nos miren con ojos de deseo, nos desearemos; con ojos de aprobación, nos aprobaremos; con ojos enamorados, cuando nos amaremos…
Acaso ¿será posible complacer a tod2s?
Cuando compramos con dinero nuestras ilusiones de vida perfecta y feliz, aprendemos a existir superando pruebas, exámenes vitales que pasamos con más o menos éxito. Nos exigimos la constancia y el progreso, hasta la muerte. Nos juzgamos a nosotros y al resto. Nos comparamos y damos por hecho que merecemos esa casa, esa familia, el amor, las vacaciones de verano, una profesión reconocida, una buena proyección, el vecindario tranquilo, un viaje exótico, un año sabático, Erasmus, una nómina, un contrato fijo y una pensión…por resumir.
Etc, etc.
Entonces, el primer fracaso, aunque en verdad sea fuente de liberación, lo vivimos con muchísimo sufrimiento. Todas fracasamos y lo ocultamos porque no nos gusta hablar de ello, preferimos pasar página rápido para evitarlo.
Tanto cuando se te dan bien las matemáticas y las notas del colegio te brillan, si además no te ha costado ningún esfuerzo sobresalir, obtener la primera medalla…distraerte satisfecha…
nace un miedo irracional, a veces complicado de escuchar porque puede aparecer, al principio, tan sólo en tus sueños. Y a la mañana siguiente te olvidas de ellos, para escalar nuevas metas.
Nace el miedo al fracaso, a que alguna vez te fallen las fuerzas el día menos pensado. Es también el miedo a ser un fraude, y a defraudar.
Como cuando no se te dan bien las matemáticas y tu madre permanentemente te compara con el 1ª de la clase, para hacerte comprender que eres un ser inferior, que no conseguirás ser como los demás, tampoco como tu hermana, a no ser que te esfuerces aún más, pero tú crees que te estás esforzando lo máximo y tampoco es suficiente para ella,
Aunque vayas con la lengua fuera a todas partes, cuando no consigues cumplir con las expectativas ajenas, también nace un miedo irracional, que puedes escuchar, tanto afuera a todas horas, porque es el miedo de tu madre y también el miedo de la sociedad que te rodea, como adentro, el miedo a que la voz de todos ellos sea la verdad.
Cuando te fusionas con esa voz, cuando entra dentro de ti y se agarra a tus vísceras, a tu tripa, conquista tu espalda, tus nervios, tu corazón y se cronifica. Entonces, hay que aceptarlo: con independencia de si se te dan bien o mal las matemáticas, de los éxito o fracasos que tengas en la vida, de tu propio juicio y del de los demás,
el miedo nace.
Más allá de tus fronteras, de tu madre y sus circunstancias, al margen de qué merezcas. Deshazte de la presión y siente el miedo,
cágate y sostenlo en tus brazos como a ese bebé que llora
para conseguir comer.
Sólo así conseguirás elevarte. Primero, obsérvalo nacer.
He descubierto recientemente un lugar incómodo, inhóspito, doloroso…Un trastero húmedo bajo la tierra, repleto de recuerdos olvidados, maletas polvorientas, enseres malolientes y retenidos. Muertos a oscuras y el Otoño en mi interior.
Mejor, he descubierto las intensidades de la luz otoñal, oblicua. He descubierto cuánto me gusta.
Persiguiendo la belleza en lo exótico: nuevas y mejores emociones con cada nuevo amanecer, nuevas y mejores aventuras en ciudades desconocidas…atardeceres románticos en castillos maravillosos y finales felices. Imité a mi padre como niña, sin tan siquiera saberlo. Aprendí a escapar de la realidad, de nuestra aburrida cotidianidad. De lo terrible de las dictaduras en casa, y también de las cárceles autoimpuestas, en nuestras mentes. Comenzamos a soñar con las ficciones que proponen las vidas ajenas, interesantes en los libros, y también a desear viajes alrededor de la Tierra, viajes al centro de la Tierra…
A creer en la democracia y en la libertad que nos asegura una felicidad ansiada, preciada, proyectada, perseguida. Pero efímera, fruto envenenado de mentiras que portan máscaras poliédricas. La felicidad y el miedo, Maquiavelos del control.
Hasta que la vida nos detuvo en un mismo lugar, eterno hasta que nos encontramos y reconocimos. Nuestra biblioteca, tus bajos, mil cuadernos y un bolígrafo de colores…Como nos sucedió con la pandemia: sin poder agarrar más aviones, sin poder hablar con los otros, sin poder regresar a México, y sin pagar netflix en casa. Sin pantallas, sin ordenadores/teléfonos,
y ya sin mi padre. La curiosidad mató al gato, eso es cierto.
Aprendiendo contigo a amarnos de la mano, a colaborar sin competir, a construir un nosotros, aquella primera molécula de la abundancia de la vida, investigamos nuestra realidad, más profunda y a ciegas, compartida. Y entendimos, como leímos de niños en el cuento de El Principito que «Sólo con el corazón se puede ver bien».
Esencialmente somos animalitos curiosos y la búsqueda es la garantía del encuentro.
Ya no me da miedo escarbar, ni me da asco la suciedad. Reconozco mi oscuridad, me reconozco gato negro. Así puedo verme mejor. A ciegas, a oscuras. Enhorabuena por entrar en este nuevo lugar! Te andábamos esperando.
Cada día de primavera, cuando leemos cualquier noticia (en el teléfono) al azar, ex. las que quiere Google, las que nos propone en función de “nuestros intereses”, “nuestras búsquedas pasadas” pero también sus intereses publicitarios… Comenzamos el día con desesperanza y de mal humor. Sorry Google. Yo no creo que nadie se lo haga a nadie a posta, pero…
Prefiero nuestra mirada del mundo, sin peajes ni manipulación digital. Las extrañas verdades de los blogs ¿hasta aquí mi contradicción? NuestroJournaling nómada es nuestra deriva, universos de risas ¿no? Este sí es nuestro propósito: por donde quiera que nos aproximemos, nos amenaza la catástrofe. Así que mejor reír que llorar.
Hay también una oferta de lecturas morbosas, consejos de gurús y discusiones meteorológicas, casi-casi en cualquiera de las redes sociales actuales. Creo sinceramente, que el cambio climático puede ser lo más cerca que estemos de una verdad universal, además de las guerras por motivos falsos. Y que dedicar un rato cada día a la lectura de un libro antiguo, de los que hemos ido a buscar a la biblioteca municipal del barrio, es un bello plan que vamos convirtiendo en rutina. Una experiencia compartida, emocionante. Sí, aspiramos a poseer nuestros días en familia, para disfrutarlos a este ritmo que nos permita ver llover. Escuchar las gotas chocar contra el toldo, deslizarse con cada párrafo, independientemente de todo lo demás, a la vez que mi nariz húmeda, por la alergia primaveral.
¿Es acaso terrible, dudar? Suelo escuchar a mi alrededor a mucha gente que está segura de todo. ¿La seguridad es un valor y la vulnerabilidad, la peste? Estoy en casa cuando aparecen tus preguntas, justo cuando miro la lluvia, cuando me dedico unos instantes,
cada día de primavera… Reflexionamos con un libro antiguo entre mis manos, porque el tacto nos ayuda. Todos nuestros sentidos, tan importantes como la vista. Entrenarlos, es una parte cualquiera del sábado (porque hoy es sábado).
Saboreamos por el balconcito verde, las coloridas conversaciones de la floristería: Pedro y su esposa. Van y vienen, acompañan las nubes de primavera- más profundas y más superficiales, logran que nuestra esquina palpite.
Acostumbrarnos a la incertidumbre, a nuestras dudas. No estamos seguros, pero seguimos caminando, en busca de nuestro propio cobijo. De nuestro proceso vital de sedentarios a nómadas.Cuando bajamos la velocidad, por el calor, mucho más despacio, la vida así, como a cámara lenta, también se nos va mostrando: luminosa y sombría.
– Agradecer, aceptar y confiar… ¿Es lo único que nos queda?
– También las alegrías, amor mío.A cada instante, cada gota que cae tiene la inmensa capacidad de crear un nuevo río, y por tanto, tiene una cierta capacidad de mejorar.
Lo sufrimos durante el confinamiento, en esta pandemia. La comodidad, yo creo que no puede pertenecer a unos cuantos, y que definitivamente: no es la finalidad del progreso como evolución.
Transportar cualquier capricho a todas las casas, y que esté al alcance de la mano, en un sólo clic:
¿Cuál es el coste de todo esto y quién paga la fiesta?, te lo preguntas cuando participas. Sólo estamos cómodos en algunos lugares,
¿cada vez menos cómodos?
¿cada vez en menos lugares?
a espaldas y a costa de los otros,
como un círculo vicioso que, ¿no entraremos a juzgar? El extremode nuestra comodidad en las sociedades occidentales, vivir por encima de nuestras posibilidades, de la sostenibilidad del planeta entero.
Eso es precisamente lo que nos hace tan y tan vulnerables. El mundo económico de algunas sociedades desenfocadas y desenfrenadas se cimienta sobre los costes de todas nosotras.
Mi consejo hoy: Apaguemos las calefacciones! Me niego a estar extorsionada y atemorizada por pensar que vamos a pasar frío. A la mierda! Somos más fuertes que este invierno, al menos en Madrid, este año que no hay Filomena…
Vivimos unas épocas de recesiones, otra vez, de guerras en Europa. Conscientes de las ilusionesde un modelo fracasado, de las palabras bonitas pero poco sinceras de nuestras «democracias liberales», y de las fronteras.
Fíjate:
¿Tienes la ventana abierta y la calefacción encendida?.
«Se puede vivir porque se nació, como un escarabajo o una hormiga. Pero la naturaleza nos hizo animales conscientes!…En parte, a nuestra vida le podemos dar un rumbo. Y si ustedes no le dan un rumbo deliberado, no se preocupen: el mercado se lo va a dar. Y se van a pasar toda la vida pagando cuotas y soñando que progresan comprando cosas a fin de mes, hasta que sean unos viejos inútiles».
«¿La alternativa? Que gasten parte de su vida al servicio de un poco de utopía, si quieren, de intentar construir un país mejor, una sociedad mejor para los que van a venir después de ustedes. Pero esa es una decisión consciente, que en alguna etapa de la vida hay que tomar…Y si tú no la tomas conscientemente, mecánicamente la realidad te va a arrastrar»…
Es algo inexplicable, ¿inevitable? que escuchamos muy a menudo,
por la calle y en los medios.
¿Estamos acostumbradas?…tenemos que seguir luchando.
Estamos todas muy de acuerdo, por supuesto las feministas, pero también algunos hombres que no voy a felicitar porque no los conozco, personalmente. Esos hombres activistas, según los cuentan las estadísticas, que se han visto afectados (directa o indirectamente) por algún tipo de violencia, más o menos extrema y perpetuada: en sus colegios, en sus casas, en las iglesias, con sus mamás… Algún tipo de shock brutal y cruel ha amplificado su conciencia: son capaces de tener empatía con las mujeres, sin ser mujeres. También con sus mujeres, hermanas e hijas. Y sufren.
«Los otros hombres» simplemente reproducen y amplifican algún tipo de comportamiento primitivo, nocivo y bélico contra la mujer. Alguna tradición.
También las estadísticas dicen que es verdad: existen madres, esposas, hijas, hermanas, maestras de escuela, profesionales independientes…que ejercen violencia gratuita contra algo o alguien, de manera a veces inexplicable. Véase la cantidad de relaciones tóxicas dentro de la familia que tienen como centro a «la abuela», por ejemplo en algunas redes sociales como Facebook y sus «memes».
Cuando sucede un caso más de violencia de género, cerca en Igualada, recordamos el machismo y nos duele mucho. Son muy difíciles de entender las lesiones, los asesinatos, las violaciones, los insultos, las vejaciones … que sufrimos las mujeres, también nuestras hijas. Es decir, se perpetúa entre generaciones.
No conseguimos acabar con la barbarie.
Sólo algunos violentos después de asesinar, se suicidan.
No debe ser nada fácil acompañara una hermana, a una madre, a una hija, a una víctima de la crueldad extrema de los hombres, de sus guerras de sangre por el poder, del menosprecio, de sus vicios, de sus manos sucias. ¿Qué decir? Salvo que «Vivimos en una sociedad machista».
Escribimos, leemos, estudiamos, analizamos estadísticas… Hacemos reportajes y denunciamos. Combatimos, políticamente. Siendo todas herramientas poderosas para agitar conciencias, para estos shocks eléctricos de los que hablamos a menudo, es muy diferente cuando el grupo de las víctimas es una mera segmentación teórica, de entre todas las mujeres mayores o menores de otra segmentación por edad, que cuando es tu vecina la de enfrente.
Cuando sucede dentro de tu propia familia, cuando eres tú el que agredes.
Tú,
¿A quién le agredes con tus acciones, con tus palabras, con lo que eres?
Cuando existe una relación de primer grado entre el agresor y el agredido.
¿Te agredes?
Ahí adentro, en tu intimidad,todo lo que has leído puede servirte, también lo que has escuchado, estudiado, la mujer y madre en que te has convertido. También tu abuela, las clases de yoga, los maestros budistas, tu psicóloga o coach personal, una amiga,
Sócrates y tu enfermera del centro de salud… Escoge bien a la sociedad que te ayude a soportar un sufrimiento que viene de fábrica.
A la hija de una víctima, urge sanarla con mucho AMOR: es la herramienta más poderosa de nuestros ejércitos. Cultivarlo y proporcionarlo a manos llenas. Debemos acompañarla, arroparla, mimarla con muchísima paciencia, respetando sus tiempos. Estar físicamente a su lado, acogerla entre nuestros brazos y llorar con ella. Esperando que tanta agua salada, cure algún día sus heridas. Individualmente y colectivamente con el paso de los días, de los años…etc.
Entiendo que nos debamos segmentar para entendernos, porque pareciera que todo es más sencillo y que funciona racionalmente, pero yo creo que construimos ficciones alejadas del suelo que pisamos,
y a veces nos estallan en la cara. Son los espejismos de cada persona + sombras y contradicciones.
No somos seres coherentes,
soñamos despiertos y a veces nos creemos en posesión de una verdad universal.
Hombres y mujeres, agresores y víctimas, violentos y muertas. No sé si deshumanizarnos para tratar casos como meras estadísticas e informar en los medios sobre las evoluciones, nos esté aportando gran cosa. Entiendo que los números en los que nos convertimos, puedan aportar luz en los Ayuntamientos.
Se cuantifican las ayudas y se evalúan los efectos de algunos planes estratégicos del Ministerio de Igualdad. En general, apoyo las matemáticas; pero constatar la violencia sólo en números tiene ya muchísimo recorrido y sin embargo el cambio que necesita esta sociedad, que trata a la mujer de manera desigual, sabemos que se tiene que transitar por cielo, mar y tierra, cada día, respirando. Con cada decisión individual de cada una de nosotras, juntas y por separado.
Apoyarnos, acompañarnos, comprendernos, también es necesario para la transformación.
El cambio no llegará tan sólo cuando cambien «los otros hombres».
El cambio también llegará cuando yo cambie.
Las colisiones de un Universo en continuo movimiento nos sacudirán, una vez y otra, esto es inevitable.
Nos agitaremos y nuevos compuestos nacerán, otros permanecerán, así son las fuerzas que nos rodean: constantes, destructivas y constructivas, infinitas.
No somos números, estamos implicadas y somos responsables, alteramos nuestras realidades. El cambio está dentro de nosotras: entender y cuidar de los violentos, aunque nos joda, sobre todo si son mujeres.
La violencia se cura con mucho amor y paciencia. Es mucho más sencillo destruir que construir, en cuestión de tiempos. Debemos acordar unas reglas morales para ser en sociedad, albergar esperanzas entorno a nuestro futuro, aunque no tengamos certezas, practicar la bondad y la compasión.
Cuidarnos y también mirar al cielo, escuchar muy adentro. Sondear en nuestro pasado.
De la mano, podremos ser mejores y aspirar a ser libres.
Los años que viví en Madrid, en casa de mis padres, pude viajar a muchos lugares dentro y fuera de España, en familia: Cádiz, Bilbao, París, Moscú, San Petersburgo, Estocolmo, Copenhague, México DF, Tulum, Isla Mujeres, Dar es-Salam, Serengueti, Zanzíbar…
Fue durante mi época universitaria cuando tuve la fortuna de conducir con mis amigos por Europa: Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Portugal. Y también, muchos veranos sola, platiqué con completos desconocidos en viajes de estudios: por Inglaterra y USA. Idiomas: aprendí inglés. Y gracias a todo ello, finalmente obtuve una beca Erasmus para completar mi licenciatura en Holanda, lo que me permitió seguir viajando posteriormente, por trabajo. Principalmente a Alemania.
Los viajes con mis padres fueron propiciados por laboratorios farmacéuticos que invitaban a mi padre, reconocido Dr. Ginecólogo de la seguridad social, a dar conferencias sobre menopausia, su especialidad, y como él podía ir con acompañantes, casi siempre viajaba con mi madre. Por lo general mi hermana y yo nos quedábamos en casa porque teníamos que ir al colegio, pero en vacaciones, cuando íbamos todos, no era tan divertido.
No me acuerdo qué es lo que motivaba a mis padres a elegir sus destinos. Probablemente una mezcla entre un genuino interés por el país: su gastronomía, algunos de los lugares que hicieron famosos algunos libros, así como sus gentes. La cultura. Y lo más conveniente para el reconocimiento de la carrera profesional del Dr.
Lo que sí que recuerdo bien es el estrés y la obsesión. Tatuados en la niñez.
La obstinación por la perfección, la belleza, la felicidad y el encuadre.
Mi padre era un Dr. – hombre admirado por sus hijas, obcecado por los datos en los periódicos, las citas en las historias, las exposiciones en los museos, la arquitectura en las iglesias y las películas de la CIA. Un hombre de ciencia vasco que leía muchísimo, al que le gustaba la música y cocinar. Él era como una enciclopedia con poco pelo en la cabeza y mucho en el cuerpo. Y cada vez que viajaba, mucho antes de despegar desde el Aeropuerto de Barajas, ya habíamos recorrido cada rincón unas cuantas veces. Era sistemático y sus chaquetas estaban repletas de bolsillos. Le encantaba la tienda de El Coronel Tapioca.
La primera de las rutas que compartíamos, mucho antes de cada despegue, era ir en coche a la Casa del Libro y a la Feria, en El Retiro. Absorbía del periódico las listas de los escritores de moda, los títulos de los superventas de las grandes editoriales. Le encantaban las aventuras de los descubridores de nuevos mundos, los Magallanes y las novelas históricas. Aparte de las películas de James Bond. Subrayaba las novedades de cada año en las listas de recomendaciones, y también las críticas literarias. Buscaba a los escritores que antes de nosotros hubieran vivido y descrito nuestro viaje, para entonces seguir sus pasos.
Entraba en fases distantes en la que se pasaba los días analizando recorridos, precios, aviones, guías, hoteles y comentarios, en su despacho, presupuestando todos los posibles gastos, para justificarlos y conseguir el dinero necesario de las empresas farmacéuticas. Porque con los médicos viajábamos “a todo trapo” a hoteles maravillosos con buffet libre, con motivo de las Convenciones, pero en vez de apuntarnos en los viajes organizados por las agencias, nuestra familia era un poco exploradora, gracias a mi padre y sus lecturas de viajes.
Él lo decidía todo de antemano.
Un día me explicó que, al ser el hijo único de una infancia muy difícil en Bilbao, porque su padre murió muy joven, con problemas por haber robado en la empresa en la que trabajaba de chofer, algo así…la lectura desde muy pequeño fue su refugio: los libros de Julio Verne y de Emilio Salgari. Recuerdo agendas apretadas y visitas fugaces. Multi-localizaciones. Horarios. Iglesias. ¿Algunas cenas de gala? El carnaval de Brasil. Desayunos espléndidos,
y recuerdo la Torre Eiffel.
Y luego: fotos y más fotos que iban a parar a álbumes y más álbumes en estanterías y más estanterías, por nuestra casa que se fue reduciendo de espacio, para crecer en repisas. Desapareció el pasillo y las máscaras. Desapareció la terraza y el cuarto de al lado de la cocina, donde dormían mis abuelos, en un sofá cama rodeado de libros de cocina.
Todos los años organizaban un gran “viaje de negocios” con mi madre. A veces, cuando el presupuesto se lo permitía, íbamos también nosotras. La última vez que viajamos con él fue a Tanzania, y no paramos de discutir, pese a la belleza natural de sus parques. Todo lo tenía planificado, al detalle. No teníamos tiempo para el disfrute, ni nos pudimos perder.
Mi padre formaba parte del colectivo de personas que disfrutaban más haciendo la “foto al león”, que simplemente dejándole aparecer cuando menos te lo esperas. Aunque de esta manera, no puedas disparar porque sencillamente se te ha olvidado la cámara en el hotel.
Los viajes con mis amigos comenzaron siendo muy diferentes porque no teníamos un duro y viajábamos por carretera, por lo que eran tremendos procesos de relación y puro aprendizaje del duro. Teníamos el tiempo y nos movíamos como vagabundos por las calles europeas con nuestros idiomas de academias, durmiendo a veces en el suelo, encima de cartones.
Pasamos frío. Nos calentábamos en los bares, fundamentalmente. No nos engañemos, el alcohol es importante. Con el Inter-Rail llegamos hasta Estambul, que es lo más cerca que he estado de un país musulmán, hacia el Este. Allí entramos por primera vez en una mezquita y nos besamos enfrente del Bósforo. Pero no viajé con mis padres a la India, viajé con mi hermana. Y fuimos organizadas desde origen porque tenemos apadrinada a una niña en el Sur, donde estaba vivo Vicente Ferrer. Tuvimos el privilegio de escucharle hablar. Fuimos en el mes de agosto a ver amanecer en el Ganges y nos morimos de calor. Pero fue un viaje transformador.
Horas obscenas y líquidas, transparentes y escurridizas. Alimentadas por alientos calientes y fríos,
jadeos rápidos y lentos, egos podridos y relucientes…
El tiempo recorría libremente el espacio a través. Nosotras rodábamos por nuestras propias carnes con la gravedad, dibujando ondas previsibles únicas, por la superficie de la mesa, cerca de la fuente.
Orbitas de Dios, danzábamos como una entera, a través de tu respiración. Hasta que un domingo cualquiera, intuí mi propia frontera, la burbuja de aire que me rodea, mi piel manchada. Escuché: mi nombre- me lo aprendí, me lo enseñaron. Era diferente de mi hermana. Una niña única.
En mi clase nadie se llama como yo, mamá.
Fuera del líquido, lejos de mi madre, comprendí que era todavía muy joven, desobediente en lo fundamental y demasiado tímida, en relación a los demás. Conté, leí y escribí en la escuela. ¿Era niño o niña?, me decían YAAN.
Tenía por delante los próximos años para preguntarme y comportarme bien, para llegar a casa cansada; menos joven, más obediente para finalmente ilustrar un triunfo fácil en las redes sociales. Respuestas de mis locuaces compañeras del trabajo. ¿Tenía tiempo para convencer a los demás? Aún tenía por delante, años para practicar. Y mi propósito intacto y tu aliento. Era una privilegiada que no quería dejar de comer. Voraz, afortunada, rica, gorda, rebosante.
Una vez y otra segunda vez. Al fin repleta, colmada, agradecida. Pero nunca en exceso.
Sin embargo un domingo comencé a teñirme la piel. Me habían salido unas manchas oscuras por toda la cara y me avergonzaban. Pelos en el pecho, en el bigote, en las ingles…granos, verrugas, manchas, agujeros. Inauguré mi guerra particular a la contra. Me puse de frente, con morros y puños, a replicar.
No estoy de acuerdo.
Cuchillas y cremas, ceras, anti-ojeras y demás soldados del temible ejército de una guerra química, contra todos los feos vivos; a favor del maquillaje, la distancia y el photo-shop. A favor del FAKE y de Instagram.
De semejantes proclamas nació un lugar inexistente, el salto al vacío de una existencia disponible, la pérdida del tiempo y finalmente, mi emancipación.
Una vez remotamente de mi padre y de mi madre, me enajené con todo lo que pude. Bailé hasta agotarme por diversión entre profundas fantasías oscuras, de otras mentes dementes, adentro de burbujas separadas (amigas y enemigas), en todos los clubes sociales de los ricos. Sin saberlo, me apliqué para imitar a «las mías» lo más lejos que pude,
desde otras órbitas solares hasta encontrarte, tan cerca de mí.
Se entregan por completo al instante… y se retroalimentan. Crecen juntas, comparten su helado.
2 caras oscuras de la luna por los caminos de Dios, acompañándose por las carreteras, pares haciendo autostop por el desierto, surfeando el mar, montaña arriba. Descansan en diferentes refugios: 2 almas errantes, 2 espíritus libres,
2 herramientas mutiladas, borrachas… 2 almas idénticas, suicidas. 2 almas rechazadas. 2 ovejas negras. Sin saberlo. Atormentadas, cada cual con sus propias miserias, miedos y migajas de pan en las mochilas.
NÓMADAS, 2 almas inquietas como los gorriones sobre las sobras de las mesas…
Un día aparecieron por la puerta de mi casa. 2 almas vecinas. Todo un recorrido 360 grados alrededor del mundo, girando como peonzas por separado, alrededor de núcleos alejados por océanos de agua salada, que ya hace muchos siglos se habían encontrado, nos chocamos cada día, como por azar, alrededor de la fuente de agua dulce,
en la plaza. O en el supermercado. Nos atraemos una alrededor de la otra, espejos deslumbrados, disfrutando de la proximidad de un mismo barrio. La una para la otra, cultivamos esta amistad, como si fuera poco.
«Saludo la libertad de aquella,
yo, la más cobarde». Chantal Maillard en La compasión difícil.
Me reconstruyes desde los cimientos, cuesta arriba y cuesta abajo, contigo me reconozco.
Si. Nos visitan tempestades como Nortes, según la estación, entran sin permiso por la puerta de nuestras cocinas, se instalan entre nosotras, períodos más o menos frecuentes, nos remueven. Viento que sacude nuestras mesas, agita las puertas y tira toda la comida al suelo, provocando peleas frecuentes frente a los muros de nuestras casas.
Portazos y gritos. Escuchamos nuestra Ira, de dentro hacia fuera. Y de fuera hacia dentro. La mar contra los acantilados del Norte asfixiando a los peces, que luego se comerán las gaviotas. Llenando de algas las playas, derribando todo a su paso:
Invierno del 2020, en medio de la ¿tercera ola?- El mundo que conocemos se acaba, etc
Cuando no estoy aquí y ahora, soy una sombra, una mera proyección. Una abstracción de pensamientos, recuerdos, deseos y añoranza. Algo así. Una impostora que viaja a lugares imaginarios, a uno de aquellos espacios en el tiempo, pasados. Una calle, un paseo, un atardecer, la mar, el malecón, nuestro volcán, tu plática, una canción, nuestra amistad.
Cada uno de nuestros lugares en el cuerpo, todos ya de antaño: vino y anejadas alrededor de la mesa, en invierno, alrededor de la lumbre. Lugares que no han sucedido, ni sucederán afuera como sucedieron adentro. Lugares hermosos donde perdernos, eternamente. Ensoñaciones en el paraíso. Nuestros viajes por Nicaragua.
La ría, tu puerta abierta, un coctel con ron…
Y también busco lugares donde perderme sola, donde esconderme de la luz, donde encerrarme a oscuras, también disfruto con el negro, que es fascinante, sin duda seductor. Me deslizo en silencio por los pasillos a oscuras del trastero de mis padres. Siempre me aterró, pero enfrentándote a la muerte, te haces valiente y te construyes por dentro.
Apenas me proyecto hacia el futuro, allí me da mucho miedo viajar. Debe ser que me calan algunas predicciones catastrofistas de la ciencia occidental y no tengo en buena estima ni a mi propia comunidad, ni a mi misma.
Me gusta cuando regreso con la resaca y tu aliento.
a todxs por motivos diferentes, claro. Tenemos cierto tiempo parados, como esperando algo. Y cuando te paras, suceden las cosas de otra manera porque los acontecimientos se te adelantan, y se van a habitar a otros lugares-aparecen y desaparecen, cuando tú no te mueves y no te das ni cuenta.
Cuando nos separan, nos dividen, nos encierran, nos atemorizan y nos obligan a quedarnos en casa: ¿Qué es lo que sucede?.
¿Qué me ha sucedido? Lo no tan obvio es la muerte y el renacer diario.
Acompañada y agradecida. Eso también. Lo que tenía que suceder: la FE y la ESPERANZA.También.
Creo que suceden cosas horrorosasy quizás podemos mirar hacia otros lugares para escapar, para huir. Pero la oscuridad también nos habita por dentro. También. Y nos da mucho miedo la noche. Y por eso rezamos.
Cuando el desastre llega: ¿necesitamos escuchar y obedecer? Cuando el miedo nos paraliza, nos detiene y nos hace buscar la cueva donde resguardarnos. Valoramos nuestra vida, rodeados de tantas muertes.
clamaron al cielo, como una orquesta sinfónica que interpreta composiciones de Xenakis:
Algunos gritos de pura esperanza y otros de dolor.Y también de celos.
Pájaros piando, gacelas croando, jirafas en un trote desgarbado despavorido, bramando a las nubes.
Trompetas agudas entre cuerdas estiradas de violonchelo y notas rotas, gordas, terribles. Largas…
A partir de aquel día, las quejas pesadas de todos los árboles secos se suspendieron en un silencio vacío, y sus troncos cayeron hacia el magma. Apareció una luna llena que les iluminó las enjutas caras de La nada:
Ya no habría más descensos de nubes y sí unas terribles necesidades de agua.
Se avecinaban épocas de Sequía...
Twee Rivieren_Part2, en Lettera– Conservando las letras originales.
Así terminan los idilios, sin guiños de comprensión, ninguna.
Nos miramos, pobres. En silencio.
«Abuela,
aquélla de allá…
-señalando-
no se parece a una tortuga?»
Ya no existía la caza en abundancia. Los elefantes fueron los primeros en emigrar, los hipopótamos y todos los Grandes Reyes de la Selva. Los primeros inmigrantes de la Tierra, mucho antes de los San de complexión bajita. Muchos de los Ñus les acompañaron, también los leones dependientes, los carroñeros.
El viento cada día fue erosionando la tierra, las rocas se fueron volando, todo se fue,
pulverizando, las mesetas comenzaron a disolverse en dunas de arena, frágiles y leves.
De arena roja, de granos cobrizos del color del fuego hermano, compañero, imprescindible
del Desierto del Kalahari.
A los árboles se les quemaron las ganas, aunque muchos renacieron con espinas agudas,
sus frutos se empequeñecieron, se avinagraron sus venas y dejaron de desprender aquel olor a manjar del trópico,
pero tú no te acuerdas.
Arrugados, sin poda por los animales salvajes, apenas alguna rama crecía con FE, hacia arriba.
Buscando la humedad, entre una maleza áspera, que la enmarañaba
Cuando habitamos y compartimos nuestros espacios, cuando estamos en-por casa, por no ponerme intensa-
El sol comienza a calentar, en orden: geranios, azaleas, alegrías y cactus. Los que han sobrevivido a la gran nevada y algunos tiestos que rescatamos de la calle. Es lo mínimo que podemos hacer para cuidarnos, dedicarnos un rato cada día al cuidado de los seres verdes. Vivimos enfrente del Instituto donde fui a votar, el Gregorio Marañón. Tenemos el privilegio de ver cómo grupos de jóvenes pintan sus muros con grafitis muy chulos, que embellecen nuestras vistas.
Disfruto de estar cerca del barrio de Tetuán, soy muy fan de los barrios del centro, pero el ruido es bastante ensordecedor dentro de la M30, muchos instantes del día y de la noche, por igual. Recuerdo cómo era antes, cuando no existía el toque de queda. Y ahora, que se ha terminado…me pregunto si tonight resurgirá ese Madrid ruidoso por las noches. Durante todo un año lo único que hemos escuchado a medianoche era el semáforo para ciegos.
La primavera nos ha traído al PP muy reforzado tras un año de pandemia, aunque el PP gobierna Madrid desde siempre, y no hay nueva política. También nubes cargadas de lluvia fina, constante, días de nubes y sol, nubes blancas y negras, unas cuantas borrascas, «Hola Lola», en las tertulias de Jordi Basté, y formas en el cielo de nuestro balconcito.
No es tan fácil encontrar nuestro lugar favorito, ni tampoco compartirlo con ustedes.
Me comienzan a llover preguntas:
¿Cuál es tu lugar favorito?
¿Cuánto tiempo te llevó encontrarlo? ¿Cuántas veces cambió a lo largo y ancho del encierro?. Muy estadísticas, muy numéricas. Mucho viento. Desde dentro de mi «mejor versión» (from THE Good Place): la más creativa, apacible, soñadora, sociable…Desde mi balconcito, un lugar fuera de nuestra casa para pasar los domingos, y para ver llegar las tormentas: una detrás de la otra, domingo detrás de domingo.
Vivir cerca de un cafecito y una libreta, lo es.
Hay un intercambio.
Me enseñaron cómo alcanzar resultados, sin apenas vivir los procesos. Pareciera que el mundo se acelera, exageradamente, veloz. Nosotros con dispositivos y aplicaciones para vivir todo más rápido, completamente desfragmentados. Pero cuando estamos haciendo lo que nos gusta hacer, disfrutamos de cada momento…
Lo ensanchamos, habitándolo. Sentándonos con un café en la mano.
Y no es ningún lugar de paso. Nos fijamos en los detalles. Saboreamos cada trayecto, la leche. Sea la que sea: de vaca, de avena, de arroz o de coco. Cada instante, hasta que la taza se acabe: Y un ratito más, recordándolo. Incluso quietos en el mismo lugar, en cualquier banco. Randomly, disfrutamos. Cuando nos desprendemos del resultado, y de la meta…
Si viviéramos para o por un resultado,
Disfrutar de cada proceso, sin tanto miedo.
Educar con costumbres. Predicar con el ejemplo.
La vida de este planeta, para cada uno de sus seres vivos, es una historia que
Me gusta estar sola en mi casa por las mañanas de los sábados, PORQUE HOY ES SÁBADO, y escribir sobre el fin de semana, sobre mi máquina de escribir, regresar al rastro. Sobre una familia: sobre nosotros sedentarios, o sobre el cuidado de nosotros en nuestra casa. Ahora que no viajamos y ahora que los dilemas son otros, ahora que seguimos teniendo tierra en nuestra cama, y ahora que no la hemos movido desde hace un buen rato, por las habitaciones de la casa, no tanto rato! Ni por los barrios, ni por las fronteras entre España y México, o viceversa, como quieras… Reconocerlo, sin duda, me acerca a la satisfacción, que es un camino en dirección a la luz del sol.
Y al calor. Y a Flikr.
No me he planteado y si me he planteado, porque me planteo y replanteo…aquella noche de Sant Jordi, en una fiesta, en un terrat de Barcelona. Regresar una y mil veces a los lugares amados, cuantos! HE AMADO. Para abrazar a mis amados, para tocarles y contagiarme (y contagiarnos x1.000.000.000.000) …porque me hacen TERRIBLE falta, porque la distancia curte y te escama; y el amor se cuela en mis sueños.
Al final o al principio, no sé, puede que no sea ESCRITORA sino poeta, y que a la vez haga listas en la pizarra para 1. Poner música a NOTORIEDAD, como si mi vida así como está, tal y como es, no fuese suficiente. Me empeño, me esfuerzo, sufro. ¿Cuántas vidas quiero?
Ninguna sin música.
Tal vez sea una adicta a CAMINAR y al CAMINO; y por eso no pueda cambiarle el título a este Blog, aunque aquella aventura haya acabado…Tal vez sea sólo una enamorada de las mañanitas que nos seguimos cantando y de aquellos PLACERES DE UNA VIDA TRANQUILA. Adicción a los mariachis y a Veracruz!. Una adicta al AMOR y a las ODAS a México. Reconocerlo, sin duda, me reconforta y me alimenta, como una PATRIA QUERIDA.
Aquella noche en el terrat
me cogieron de las manos y fijamente, entre las líneas, miraron adentro de mis ojos, como una premonición.
Mi propia contradicción. Ante mí con claridad: mis sueños.
¿Y qué cuerpo quieres habitar? ¿Uno que no te duela? Uno blandito, como nuestra cama.
¿Existirá acaso, un cuerpo vivo sin dolor? Mi cuerpo me duele y mis músculos se tensan, mis dientes se pudren y mis encías sangran, como sangro yo entera cada mes. Blablabla. ¿Me seco?, ¿Ensordezco?.
Quiero. Deseo. Me Pido. Peleo.
Descansa. Uno esponjoso, como Bob.
Uno bien húmedo. Uno cálido.
Uno que me sostenga. El que tengo. Es único.
¿Qué es lo que tienes?
¿Qué es lo que tengo?
¿A mi alrededor? ¿Dónde habito? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Qué me olvidé en los bolsillos?. ¿Cuáles son mis botas? de entre todas las que nos esperan ordenadas en el armario de la entrada. ¿Cuáles? Habito el cambio, la transición hacia otro lugar, eso lo sabemos. Esto es seguro, lo inseguro. ¿Cambia todo y de repente ya está? FIN. ¿El todo se acaba? ¿Para siempre? ¿Y deja de cambiar?
Nuestras mañanas.
¿Vuelve la vida a renacer de la muerte? Cuando estamos juntos, ¿cuánto tiempo después?
Son así.
¿Dónde?
Abandona la mente. Escapa. No lo puedes saber. ¿Lo puedes percibir?. Para habitar tu cuerpo y sentir tu piel en relación a este momento, basta con detenerte. Deja de hacer lo que estés haciendo.
Paráte. Deja de estar encima de tu madre.
Disfrutar del cuerpo, mmmmm,
además del sexo, basta con algunos ratos de sol, o con acariciar a nuestros perros, o con escribir de vez en cuando…
es suficiente y necesario a la vez. Microbios de salud para el cuerpo: elfondodelacuestion.
¿Alguien conoce algo que no cambie nunca? Acontecimiento, persona, padre, trozo de universo, relación. Lugares inmóviles congelados, recuerdos paralizados. Lo inerte, ¿quién lo conoce?.
¿Cambian de lugar? Todas la preguntas que me habitan…por dónde me habitan.
Tú búscamelas!
En qué habitación. Cuéntame el secreto. Así comenzaba este año de pandemia. Nuestra canción sobre el 2020, cuando aquel encierro obligado de tres meses. Sin movernos lejos de los cuadernos, con varios chiquitos y grandes, a la vez…soñando, latiendo, respirando hondo. Profundizando, agarrados.
2020 ¿Celebramos el día del padre? Sin flores y sin floristería, sin plantas, dibujamos a la Diosa Verde en la pared, y nos olvidamos de su nombre. Es la Diosa Tara!. Celebramos, un año después, cuando la pandemia todavía no ha terminado, tu ANIVERSARIO. Junto con el DIA del PADRE. Tuvimos mucha suerte porque pudimos estar juntos. Todo nuestro tiempo, en casa. Con mole.
No es cierto. Hoy hacemos el mole.
Hoy que no hemos terminado, que esta historia está inacabada, como todos estos fragmentos de viaje, sin viajar, te recuerdo mucho. Y suerte con nuestro pequeño balcón. Desde que regresaron nuestros amigos, los floristeros- después del cierre obligado- cómo pensábamos en ellos. Nos hemos rodeado de plantas de interior, por todos los rincones de nuestra casa. Un año después, hemos salido bien poco, no hemos pisado la arena de playa, seguimos buscando por aquí, ventanas adentro…
Así seguimos, encerrados por un virus. En nuestra terapia de luz. Sobreviviendo lejos y cerca de la familia que tanto queremos.
en el inicio de todo, los árboles gozaban de abundancia de hojas y flores, y daban frutos dulces y constantes, por manojos, desbocados.
Cubrían de sombra los hogares itinerantes del pueblo San, que vivía libre al amparo de la Naturaleza, a veces generosa. Cazadores antes que agricultores, pero cazadores justo lo necesario para la supervivencia, no eran días de ahorro, sino más bien de escasez, austeridad, pobreza. No había espacio para el futuro, familias cobijadas en tribus, entre leones negros, a lo largo y ancho de miles de kilómetros de tierra fértil, en África.
Pero eran días de pasión, épocas en que las nubes se agachaban con suavidad, cortesía y deleite, cuando los árboles se estiraban. Los jóvenes llegaban a medir hasta diez metros en busca de intimidad, cuando los encuentros atardecían, para consumar un idilio más antiguo que el de cualquier mujer con hombre, o viceversa, simio o pez, aquel amor que se contaban de abuelos a nietos, verbalmente, de padres a hijxs a lo largo de generaciones de narraciones frente a un fuego amigo.
Compañero, necesario, bajo las estrellas.
Tambores, mantas tejidas a mano por las mujeres, tierra en el cuerpo, arena roja, pinturas, tatuajes. Cerdos salvajes desangrándose para la cena, lentamente, luces de estrellas fugaces y grasas vertidas sobre las piedras, ramas partidas, ceniza y ladridos de perros. Aullidos. Todo se mezclaba para acompañar a la noche, y todo se aprovechaba. Todo el calor…
De aquellos roces constantes, de las idas y venidas en vertical, de la atmósfera, a las raíces de Nuestra Madre tierra, de su ternura- que se pensó, sería eterna- nacieron dos ríos:
Auob y Nossob, hermanos.
-¿De nubes embarazadas?, pregunté.
Sí. Así nos lo expresa el viento del desierto y algunas palabras olvidadas por sus antiguos moradores, en las tierras altas del río Orange. Hoy, con caudal insuficiente. Como en un torbellino, como en un mantra Khoisánida:
Frondosas orillas, caer en desgracia, antes de la llegada de los granjeros de color.
Las nubes caprichosas dejaron de ser fecundas (el desamor forma parte del amor, dirán los budistas). Y semejantes desavenencias comenzaron poco a poco, sin que haya una constancia: un aviso por telegrama, una queja histórica, una carta a Roma…que nos explique por qué se suceden determinadas cosas en la naturaleza de las cosas determinadas, a pesar de los Griegos y de la Filosofía. Simplemente, todo fue cambiando de color, y de textura
Y de vida.
No hubo pócimas en las farmacias, pero sí se sucedieron una serie de «pruebas», hubo sobornos a Dioses y Científicos, hubo música, bailes, alcohol, setas y ruegos. Algunos dentro de «Iglesias», otros en cuevas apartadas con cuernos de Ñu, por si acaso «Alguien» de entre todxs ellxs, con mayúscula, era en MAXIMO RESPONSABLE.
Cabezas de animales feroces, los brazos de los guerreros más fuertes. Sacrificios. Maneras ciegas para someter los caminos de las nubes a la voluntad de la clase dominante. Continuara!
Está bien, se vale, te resuenan mis palabras. Se vale este guiño. Se vale dar vueltas como las peonzas, las veces que sean necesarias, hasta que nos acabemos, como el Universo que rota, aunque te parezca que es el mismo, el mismo pinche lugar, el mismo pinche camino.
Sólo es porque no lo observas lo suficiente. Eleva tu mirada.
Atención. Todo ha cambiado.
Deja que el tiempo que te pertenece, transcurra sin nada que hacer.
Deja de estimularte con las redes, apaga el teléfono y simplemente: Me aburro!. ¿Te has pasado media vida escuchando respuestas? ¿leyendo, estudiando, escribiendo? ¿Para qué?
¿Aprendiendo a construir con lo que ya tienes en ti?.
Nada te falta para ser lo que ya eres.
Aprende a creer. Sentencia .
¿Qué te inspira? ¿Observar?
El bosque, el mar, la nieve, el sol, la Madre Naturaleza
y cómo Annia, mi hija, adiestra a Mahou, el galgo.
Familia Billy Jone, ¿Qué sueñas?
Viajo (el nomadismo), camino, descubro, escribo. Respiro profundo y amo en manada.
Escucho a los honrados, a los valientes, tu respiración y la mía. Aprendo sobre la sabiduría y leo a los filósofos, algunas novelas…y me pierdo con un café.
Imagina que destruyes todo esto que ya eres. Que te convencen, que renuncias. Que no tienes ningún valor. Y que no te sirven, tus sueños. Si son tan pequeños, si no te trascienden, si te frustran, si te hacen sufrir porque no estás más cerca de alcanzarlos, media vida después. Imagina que lloras por esto.
Imagina que después de escuchar atentamente a los astronautas que viajaron a la luna, regresaron a tu salón y te lo contaron, sientes envidia y te das cuenta de que ya no te inspiran, de que no eres como ellos.
Tú nunca lo conseguirás porque eres sencillamente una mediocre. ¿ Te das cuenta?, ¿te escuchas?
Fortalece tu ánimo. Alegría.
Debilita tus pasiones y reconoce los progresos que has hecho. Late. Vibra. Repasa el renglón, please. Regresa.
¿te has olvidado del resto? Toda tu alegría y diversión, ¿nos sirven al resto? ¿Me sirve a mi?, ¿me contagia? Qué bien!, es un espejismo? es una farsa?. Toda tu oscuridad, habita en tu intimidad, ¿verdad? Detrás. Oculta. A resguardo de Google. Bien por ti! Brindo por eso. Tú que tienes vida privada, eres una persona privilegiada. Tú que encuentras momentos de profundo silencio, cada día.
Tú que me tienes y yo que te sostengo. ¿Somos afortunadas? ¿Gozamos del guiño de los Dioses? Qué miedo te da eso. Feliz 2020! LOVE. Disfrutamos de la compañía (y eso es evidente allá donde dibujemos nuestros rastros), sabemos sacarle tajada a las palabras, aprendemos a nutrirnos el alma, y ahora sabemos de chispas.
CHISPAS avivadas por la conjunción de tu música y mis cuentos. CARPE DIEM. Por acá por donde cuelguen nuestras canciones y trapos, te encontraremos. Eres admiradora del compartir sin fronteras- recientemente apodada «Tintin» en tus privadas. Te encanta hacernos preguntas y eres controvertida. Responde tú por una vez, mójate: ¿Qué opinas, abiertamente, del show en el que convertimos cada uno de nosotros, las redes? De qué las alimentamos? Facebook, por ejemplo, como ejemplo de nosotros.
A mí me gusta ver la interlocución de conocimiento tipo canal de Youtube, en la forma clásica de preguntas y respuestas. Este año 2020 he disfrutado con Aprendemos Juntos, como ejemplo. Hay mucho intercambio de conocimiento aquí, y me gusta dedicarle un rato cada día. Esta entrevista es mi regalo para ti.
¿Qué opinas sobre exhibir tu intimidad?, volviendo al tema fundamental.
A ti te gusta mirarte al espejo y verte sin ojeras, sin arrugas, te encantaría que no se te encrespara el pelo cada día, y que no se te cayeran las tetas. Te gusta provocar como tu manera particular de gritar y llamar nuestra atención. Tratar de seducirnos con tus juegos de palabras, tus malabares sencillos- que no eres muy background. Muy autodidacta, muy egocéntrica, compites por llevarme a la cama, abiertamente.
¿El arte de la seducción en redes es un juego sin límites? En un bar, antes del 2020, el éxito terminaba en sexo. Y un acto físico ponía el PUNTO y FINAL.
La existencia puede sernos profundamente aburrida,
cuando nos detenemos a observar; otro es el ritmo de los acontecimientos pequeños. Minúsculos. El destino puede habitar YA entre nosotros, entre la suciedad por las paredes de nuestra morada, o podemos estar separados temporalmente por un virus mortal.
Shhhhh, silencio. A veces se producen cambios trascendentes;
formas distintas entre nuestras manos. Escucharte, saberte, reconocerte. Describirte. Homenajearte, aquí en la cantonada.
¿Qué es lo que cambia y qué permanece?
¿Por dónde reconocer, reconectar? Por el principio, ¿por dónde buscar?… el Origen.
¿Es acaso posible? Para mí, había transcurrido muy poco tiempo; sin embargo cuando me vio se hizo la tal,
y me persiguió con su conversación por la habitación, como si hubiera sido AYER,
hasta que me preguntó en el cuarto de baño: ¿Y tú quién eres?
Entonces yo abrí los ojos para concentrarme y una arruga profundizó en mi entrecejo. Apenas un gesto y mis cejas se alzaron.
Todo se hizo pequeño, como yo misma. ¿Qué importa?, te preguntarás.
Como pude me colé en aquellos ojos vidriosos.
Penetré más allá de las pupilas,
atravesé las cortinas y nade hacia adentro de tus pensamientos,
como ríos.
¿Cuáles son nuestras preguntas?
Cuando lo íntimo es una terraza, todo sucede aquí.
El tiempo de detiene en equilibrio.
-¿A favor o en contra?
-¿A favor nos cansamos menos? ¿Y para qué tanto esfuerzo?
Entra.
Lo invisible se hace visible.
La pintura dibuja una huella, que es testigo del suceso.
Amaneceres y atardeceres. Fronteras. Aquís y ahoras eternos, infinitos. Largos y anchos y ausentes de una variable: el fucking tiempo.
Energía en su estado puro, son sólo palabras: Pure energy. Pura vibra. El flow. Coming from Nicaragua or coming from the South. From México lindo y querido, from the light of the SUN; or the moon light…also coming from the other side & coming from GOD.
Salud.
*Qué es?
A la hora de comer: bien. Tomates, aceite y sal, sopa de pollo con chile de árbol. Vitalidad. Cerquita del calor, de la inspiración, de la humedad, de cuidar helechos y beber batidos de plátano, en Canarias,
en la terraza, en la plaza, en un balcón. Encerrados.
Dónde no importa y con quién importa más.
Rodeados de escritura de papel (cuando la muerte venga a visitarme), en sus distintos aquís y ahoras, escuchando las músicas del mundo, tecleando en una máquina de escribir. En la iglesia, un domingo; porque hoy NO es sábado y PORQUE HOY ES SÁBADO…
También es (* la salud) contradicción y resiliencia. Podemos esforzarnos por la coherencia, vanamente. Seguimos un propósito y nos perdemos por el camino, proseguimos el proceso, por ejemplo, una mañana de nubes, con luces y sombras. ¡Verdad? Una montaña encima de la Plaza, y de repente nuestras conciencias enfrente del interrogante-neón-rojo: significado. Facing our Big Questions, de subida. No respondemos, aparecen y desaparecen, como luces de Nadal. Con niebla en nuestras pupilas, nos desorientamos. Iluminamos nuestros rostros con caricias, y sonreímos.
Y de nuevo, a bajar. Más o menos así, años y años.
* La tristeza, es salud?
El laberinto, la frustración, nuestra esencia nómada, los caprichos de los cielos, cuáles dioses, cuántos universos. El tamaño microscópico de nuestro día a día, pero también la inmensidad de esta comunidad que somos, los seres humanos. De repente nos sentimos solos y sentimos miedo, unas cuantas veces a la semana, si incluimos ahora la variable del tiempo.
*Puede ser negra y oscura, la salud? Puede ser Lord Sith?- Digamos que éstas son las preguntas que me hago: que si somos un producto de la Tierra, vinculados a ella, básicamente orgánicos, que si somos los hijos de nuestros dioses inmortales. Y ¡para qué el tránsito por este planeta?
Digamos que me gustaría leer sobre las preguntas de los demás, y digamos que me decido por estudiar filosofía y compartir mis reflexiones con alguien. Para el goce, para el sexo, para rejuvenecer.
Cómo hacerlo cada día. El fucking tiempo.
¡Es para los demás que tiene sentido nuestra existencia?
Con cada sol, nuevas y viejas preguntas como nubes nos acompañan en la terraza, en Canarias y en el campo de Soto de Real. Luces y sombras, fronteras, cuestiones infinitas, que forman parte de la materia y de los asteroides.
No hay dudas?
Si forman parte también de nuestra perra Negra, pero no las podemos compartir con ella, como preguntas, hacen verdadera falta?-
Check point Charlie: La humildad. El entrenamiento. El challenge, las manos en el pecho *en esta ausencia de tiempo, te pregunto: es no encontrar las respuestas, lo que nos atormenta?
Sostener la práctica para estar aquí y ahora, como si fuera un regalo antes de disolvernos lentamente, antes de desaparecer ¿para siempre?. Disfrutar de estar los unos con los otros, los vivos con los muertos, también anhelar a los que ya no están cerca, a los que ya partieron. Agradecer al amor que se materializó, pero con el apego encima…de la materia, de la gravedad, qué densidad. Las sombras de la noche.
Me voy a preparar un café, mejor. Con una cucharada de miel. Un café dulce. Y voy a correr las cortinas para que entre la luz tenue, para que las hojas secas recorran todos los rincones de la casa. Para que muera lo viejo. Y qué bonitos los tréboles!
Y si fuera fácil, por las noches encontraríamos a nuestras estrellas. Pero la escritora es incapaz de recordarles sin llorar. Parió este otro post triste. De su cuerpo, de su memoria, de sus ojos sumergidos en el mismo Océano, sin gafas…y ella detrás, tecleando. Si. Escuece el mar. Es salado, mejor reconocerlo con un pañuelo en la mano y sonreír tímidamente: este no iba a ser el post de esta mañana, pero deja al verso, libertad. Y al agua, sanar y recorrer nuevos caminos, sobre viejos caminos. Y si fuera fácil, para algunas heridas internas, cultiva aloe vera.
También somos así, ¿o no? Ciclos de la vida, ciclos de la tierra, ciclos de agua y ciclos de luz. Y algunos ANIVERSARIOs nacen chuecos. Luces y sombras. El espinazo del diablo y los tréboles, en el balcón del @elmejorviajedelmundo .
Hemos regresado al embalse de El Batán, rodeado por un bosque de zarza moras y pinos, cerca de las montañas donde descansa el monasterio de El Escorial. Casi casi, un par de días antes de hace exactamente un año.
Desde el momento del reencuentro, incluso un poco antes, las rocas pulidas de la presa se divierten con nuestras voces, como si nos hubieran estado esperando todo este tiempo: desde que Orión arañó sin querer al primogénito en la espalda y casi lo ahoga, tratando de sacarlo a flote.
Jugamos con tu eco y es así como establecemos el primero de los diálogos con semejante interlocutora. La luz es abrumadora para las montañas y riscos pelados. Los peces saltan juguetones a saludarnos, y ya no paran de chapotear: clock!, cuando caen son muy graves y negros, clock!,
Como relojes ingleses? me es compleja la onomatopeya, y no viene al caso… mira otro, mira mamá!- tiene su urgencia.
Los gritos son ondas que recorren sin tanta prisa la superficie, mecen a los patos (que aquí no hay cisnes*). Un perro ladra a lo lejos. Los patos se refugian del sol ardiente a la sombra de las paredes de la presa. Es el día de la Virgen. La tranquilidad es absoluta, salvo por algunas motos en la carretera que suben y bajan a gran velocidad, intermitentes.
Y aquellos ladridos circunstanciales.
Unas flores rosadas se agarran a las rocas de la orilla, trepan desde las profundidades, desde otras rocas mojadas hacia el calor y beben de este agua dulce, verde, embalsada, privilegiadas a la luz blanca, relucen.
Relucimos todas. También tus alas. Sentadas sobre una roca de pizarra plana observamos por primera vez algunos cambios, escucho a la mente matemática que habita en mi interior, deformada por tantas clases de estadística; este año hay más agua en el embalse.
Que ¿cómo lo sé, o cómo podría asegurarlo?Recordarte cómo nos tirábamos de cabeza desde un trampolín natural, que este año está casi completamente sumergido: mira allí!…El Eco de los ladridos histéricos de Orión el Negro (entonces fue muy difícil pasar desapercibidos), tratando de sacar al primogénito del agua. Hoy nos seguimos preguntando cómo es que no hay nadie por aquí. Namasté- Namasté-Namasté-Namasté….
Este es un viaje que se repite, se repite y se repite, como un ajo. «Botitas y piedritas» que no sé cómo, le dan un sentido a nuestra existencia. Y también «chanclitas y piedritas» que nos tiran una y otra vez, de culo contra el suelo.
Así resuena este planeta de sol y roca. Hace menos calor que el año pasado y esta vez, como sabíamos el camino prohibido, nos preparamos mejor y ninguna llegamos en chanclas…trajimos la hielera con sidra y cerveza, porque así somos también humanas. La Negra sin tantos pedos ni preludios, como no hace tanto calor, sigue olisqueando y ni siquiera se ha bañado.
Algunas piedras brillan y las más planas rebotan sobre tu superficie y cuando las lanzamos, seguimos jugando contigo. Subíamos por un camino al que se accede a través de una verja cerrada, está prohibido el paso- comienzo a contarte una historia de otro embalse…tratábamos de estar calladas, para escucharte llegar a nosotras, cuando un fragmento de otro viaje atravesó mi mente inquieta, sin avisar, creí que llegaríamos a cualquier otro lugar, en cualquier otro tiempo…
A otro embalse de pesca de no sé dónde, con otro de nuestros perros….¿Te acuerdas? También era sábado, seguro y también nos abrasábamos sobre las rocas. De Sol, Lucas y sombra. Algo así:
Salta cuando se ensanchen las olas y las burbujas blancas te rodeen
Salta cuando se ensanchen las olas y las burbujas blancas te rodeen
No somos una línea recta.
El agua está muy fría aunque la superficie esté caliente, engaña la orilla. Al nadar toda mi masa te mueve, íntimamente. Con nuestras voces de fondo. Duelen los pies y duelen los dedos. Mi piel se torna gélida por dentro y asoleada por fuera. Me estoy transformando, roca. No hay nubes, no hay testigos, el azul y el verde se fusionan conmigo, por dentro. El sol calienta justo encima de nuestras cabezas, interminable. La muralla de cemento que retiene todo este líquido, afluente del Tajo, tiene tres ventanas por las que admirar el monasterio, a lo lejos, y un camino por encima, pero este año, también está cerrado. La brisa está fresca.
Las pequeñas olas que remuevo con mis latidos y con tus ecos, de mi voz…iluminan tus murallas, como bolas de Navidad. Al fin, seca y mojada, como una roca solitaria, enredada entre tus flores, como si fuera una más.
Meditación: Como roca solitaria…
Continuará.
* DE IRENE SOLA, DE SU LIBRO CANTO JO I LA MUNTANYA BALLA
Así dice aquel post que escribí sobre nuestro viaje al Continente Africano.
¿Verdad? Puede que me repita como cada historia del abuelo y no recuerde si exactamente fue así, me falta la mecedora: luego nos encontramos la foto de Durban, rebuscando entre las «CPUs», de regreso en Madrid.
¿Ya te lo habíamos contado? Otra vez lo perdíamos todo cuando nos robaron un disco duro externo que le habíamos dejado a un pana para repararlo, porque ya teníamos archivos dañados. Y recién comenzábamos el viaje y no teníamos dinero….En Barcelona se fraguaron las calamidades y los propo-sueños de flipados. Pero con todo lo que significaron aquellas pérdidas materiales: el trabajo, la casa, nuestras cosas de casa, ropa…cuadros, fotos, sonajeros. Otra vez era un renacer, porque fue en aquellos momentos cuando decidimos crear este blog, ¿verdad? por si todo se nos iba a la mierda, otra vez, pero conseguíamos conectarnos a internet, vía wifi…
y por si se nos olvida y nos creemos que no podemos mandarlo todo a la mierda, o irnos así no más, en otra crisis. Sí, como los mensajes en las botellas de cristal, en la mitad de un Océano, al futuro.
Otra crisis.
Pero no es verdad.
No sólo tenemos dos fotos de aquel viaje y un relato mecanografiado con mi antigua máquina de escribir; objetos «paletizados» entre otros objetos, abandonados o vendidos o destrozados en el Puerto de Veracruz, o a custodia de los Zetas, por decir algo…sino que tenemos la capacidad de crear, de imaginar y de soñar, a través de las letras, de las palabras que curan, y a través de los sonidos del amor. Y queremos compartirlo y proponer: os invitamos a disfrutar de nuestro viaje a Sudáfrica con los temas que nos quedaron, y además, en el primer post hay unos links sobre los Drakensberg, rutas entre monos que inspiraron mi relato.
Primero fue la cama, cada cual en la suya, arriba y abajo, ellos y nosotros. Y luego, separados. Primero fue la cama, mucho tiempo después del colchón que iba y venía del salón a la única habitación de la casa vieja. Humedad por las paredes después de las tormentas, precariedad y temblores, sacudidas de las ventanas…Vulnerabilidad e inestabilidad a lo largo y ancho de los renglones. Escalones, gritos, lamentos y también adaptación: capaces de superarnos!, y mejorarnos in extremis, sufriendo. Aprendimos a vibrar al unísono sin agotarnos, respiramos a la vez y alcanzamos un tiempo que nos pertenece para la creación. Así nomás. Empapados de nuestros sueños, por los rincones nos encontramos para hacer el amor… Tan beautiful.
Agradezco profundamente a los demás, y me agradezco, profundamente.
Yo soy para mi, y yo soy para ti.
Y tu eres para ti y eres para mi.
Y así, somos.
1. Agradezco a quienes describieron las historias que me interesan.
Las que leí, las que escuché, las que compartimos, las de nuestros antepasados y también las de cada mañana, cuando enciendo el teléfono con una alarma cualquiera, aún por personalizar.
Agradezco encontrarme con la voz de Jordi Baste en el programa catalán de la radio RAC1: «El perque de tot plegat»; y agradezco también, especialmente, a https://borjavilaseca.com/, algunas noches de confinamiento. Sus charlas apocalípticas nos han venido la mar de bien. Ya me entendéis. Que no soy yo sólo quien maneja la banda sonora de nuestras vidas, aunque seguramente, amanezca antes que cualquier ser vivo de mi casa, salvo quizás, por mi hijo Yaan.
Agradezco el confluir de nuestra vida en común, a pesar de las distancias.
2. Todo ya ha sido escrito, mucho antes de hoy por la mañana, de ciento de maneras diferentes. Agradezco lindo la mirada de nuestras mujeres, en concreto: de las mujeres y de las madres, hermanas y comadres. Compañeras en este viaje. A Isabel Allende y su libro «Eva Luna» por recordarme lo importante que es la complicidad con la madre. Por mostrarnos su relación única, íntima, arraigada, independiente de los años que tengamos el privilegio de caminar a su lado. Una manera de permanecer y pertenecer. El suspiro eterno.
3. Agradezco las historias que nos contamos. Y no tanto el resultado como el tiempo invertido en la narración, el proceso del rumiante, no sólo porque así nos nombramos y nos explicamos, sino fundamentalmente por la batalla que representa frente al olvido, frente a la distracción. Batalla de cada individuo, psicológicamente. Agradezco descubrir que es para esto para lo que hemos nacido, al menos una parte de mi yo. Y agradezco a los testigos, y a los cómplices de la familia. He aquí mi fortuna! que comparto. Humildemente.
Siento que damos vueltas alrededor de un sol, sin darnos ni cuenta. Salvo quizás por pequeños destellos de otra luz, externa como las temperaturas, las nubes, o el final de un año calendario. La luz interna de mi aura. Siento que cada día que repetimos, recorremos los mismos lugares, que a la vez son completamente distintos. Iguales y distintos a la vez, como las partículas de la física cuántica. Los instantes por donde transitamos y nos encontramos; nuestros cumpleaños, las vacaciones, internet, las informaciones de los medios y las leyes de los Estados.
Que la vida es un sueño.
4. Agradezco profundamente: Namaste.
Me arrodillo ante las conciencias luminosas que nos separaron, hace siglos, el grano de la paja. A las miradas profundas de los seres invisibles, cada hora en twitter, a las lentejas de las piedras de los sacos del mercado, en Marruecos. Adentro, acerca de los detalles del fracaso y los motivos de la violencia, de cada una…A quienes escriben sobre la responsabilidad que tenemos y sobre la necesidad de construir, después de destruirlo todo, a quienes llaman a la acción: Soñadores, valientes, querendones, alegres, coherentes…
5. Seamos parte del cambio que proponemos.
Acciones minúsculas de seres microscópicos, madres de todos los seres vivos. Demos respuesta: Remedios orgánicos para el sufrimiento, desde la gratitud.
Me desperté en la torre.
Acompañada.
Amanecía en Mordor y los pájaros no paraban de dibujar siluetas en el cielo. Planeaban como locos muy cerquita de mis párpados. Hacía un buen rato que escuchaba su alboroto. El aire era fresco y la luz todavía respetuosa, entraba hasta la cama. Descansaba desnuda. No había nubes. Iba a ser un día caluroso de un verano cualquiera.
Pían los mirlos y las cotorras, pelean dos palomas por las ramas altas de un pino y un petirrojo sumerge su cabeza en un gran charco, todo a la vez. Pero no estoy allí para verlo, así que no estoy segura; ¿sucede?.
Solíamos hablar con mis vecinos, solíamos ir a trabajar, lejos, solíamos coger el coche y cantar canciones, solíamos escribir en un blog…no hace tanto. Pero ahora no tengo vecinos, ni trabajo, ni coche. Hasta dudo de si era yo, aquella voz que opinaba.
Escucho el motor del chorro y huelo la tormenta que se aproxima, por detrás de las montañas. Las primeras gotas blancas, caen ya libres. El cielo regresó gris. Mojan la tinta. Mojan la tierra. Muy lentamente. Bailan los árboles.
Las aguas verdes de la fuente interminable, saltan y recorren el canal. Pacíficas y contentas se confunden con las que arrojan las nubes, furiosas. Penetran, a pesar de mis párpados en mis ojos, y me hacen a llorar. Por todas las aguas adentro.
Gotas tristes y gotas picantes , poco a poco, esconden la canaleta. Zarandean las hojas. transportan los charcos; Y empapan la madera. Lo líquido se torna presente y lo envuelve todo y a todos, a la vez. A cada momento, más deprisa. Llena un vaso y lo desborda.
Toc, toc, toc, toc, atendemos: como cualquier enfermedad. Cae hacia arriba y vuela hacia abajo, como la lluvia. El aire frío y húmedo traslada las fronteras.
Se refugian los pájaros entre las ramas y se instala el silencio. Como preludio. Dejan de cantar, dejan de pelear, las hormigas retroceden a sus agujeros. Todo a la vez, rápidamente.
El paisaje se ablanda y recorre de golpe mi cuerpo. El manantial se expande y me rompe. La sombra avanza.
Ando, camino, continúo, sólo por eso…-aún no rewards- entre nombres y apellidos, hambrienta. Subo y bajo escaleras metálicas, sorteo las mantas de los bolsos y las zapatillas, túneles rectos. Subrayo «easycodes» de colores, priorizo, los anoto en la misma agenda morada, la que utilizo como máquina del tiempo para poder encontrarme con vosotr2s,
aquí y ahora.
Para poder seguir escribiendo -otra vez me encuentro con la Escritora.
Paseo desde hoy hacia atrás mientras espero sentada en un andén, páginas y páginas.
Desde hace más de un mes…desde hace 41 días, exactamente -desde que emito llamadas en un turno de mañanas, positivas y negativas, encima y debajo y cayendo cada uno de estos días de calor infernal -por una montaña rusa; desde la última entrevista, el último curso de formación, pasado el mes de prueba, etc.
Me fijo en algunos días en concreto, marcados, de sol extremo a la vuelta: lunes, jueves, con colores amarillos, señalados los principales, recuerdo sus voces, mientras me subo al primer vagón. Algunas de aquellas voces programadas para más adelante, para cuando ellas terminaran con sus vacaciones porque no quise molestar, y también cientos de ilocalizables, buzones y contestadores, y un único «easycode» que regresaría en un par de semanas de Dubrovnik.
Me esperarán – obligadas o impacientes, eso haré como que no lo sé -porque en realidad no lo sé.
¿Cuándo me asaltarán en mis nuevos recorridos, en qué estación del Metro de Madrid?: Suances- Pueblo Nuevo-Avenida de América…¿Con qué letras me sorprenderán los nuevos músicos de las esquinas?, ¿en qué transbordos?- ¿con qué intenciones?.
Nombres y apellidos y estrofas y argumentarios apuntados para el futuro, a la vuelta de muchas más páginas en blanco- quienes me recuerden mis pasos y esta experiencia vital en un call center; nombres y apellidos y fechas más o menos urgentes, deberes y tareas y un chingo de pendientes, contratos y fechas y entrevistas y pagos y recibos pendientes y hacienda, y muchas más anotaciones de la vida sedentaria, a la vuelta del calendario.
A finales de agosto,
así toco 2017. Y back to school!
Y la típica postal madrileña del oso y el madroño.
Centenares y decenas de llamadas, algunas breves y algunas demasiado largas, contactos continuos, inesperadas conversas en lugares oscuros: una única vez y también consecutivamente, y citas a ciegas con gente amable,
por todo el territorio nacional, por todos los acentos y errores.
Me entretuvieron más de un mes; estos últimos 41 días de verano- mis vacaciones: estuche de lápices de colores para los mandalas, el teléfono cargado de aplicaciones para encontrar curro, una botella de agua, ibuprofeno, paracetamol, un túper con comida y nuestra situación económica, terrible, foto a foto en el notebook.
Vacaciones en la montaña rusa, psicológicamente temblando, tachando las cuentas para poder llegar a fin de mes, así cada mes desde y todavía sin poder marchar, emigrar, partir…pues ahí la llevamos!. Todo en esta agenda morada, regalo de cumpleaños, que pesa ya toneladas.
Recién ahora que ya he regresado del pasado y he salido por la boca del Metro de Tetuán, que ya he atravesado por la mitad del solazo de la Plaza de la Remonta, me encuentro con los espacios que fui ahorrando para cuando llegara un día como el de hoy, espacios en blanco y mucha tinta, sin nombres ni apellidos…y tiempos que siempre terminan por llegar a esta casa. Thanks Lord. La fuente está a la sombra y un banco para escribir.
Llueve y no tenemos luz, ni gas, ni auto, ni comida, ni frigorífico, ni podemos hacer la colada. Por la mañana compramos 3/4 de pollo para pasar el día. Caminando, cuando escampe, podremos llegar con la linterna hasta el cruce de la carretera, donde los tacos de costilla. Esta podría ser la cena.
Si conseguimos que Luck nos acompañe…porque sigue sin poder caminar «largas distancias». Enfermó.
Tenemos que aguantar así hasta mañana a las tres; cuando, probablemente, nos llegue una bombona de gas recargada. Sólo entonces podremos comprar los hielos para las cajas del OXXO y guardar la poca comida que podamos conservar, aunque las últimas noches son de ayuda, porque llegan bastante frías. Para cubrirnos utilizamos la manta verde que nos acompaña desde la India.
Nos quedan muy pocos pesos y nos deben tres días de trabajo.
Ahora es para descansar y también para resistir: No saldremos huyendo a la primera de cambio, somos nómadas porque así lo decidimos, caracoles en manada. Contemplar, escribir, acompañar a Annia, escuchar cómo cae la lluvia, cómo la tumbona mece al vecino, y oler a perro mojado.
Recordamos a quienes nos acompañaron en el camino, a los que nos ayudaron a llegar hasta aquí y nos abrieron sus casas, como un ritual de parada, a nuestros compañeros de viajes y hermanos.
Agradecemos.
Ahora No. Mejor el ahorita mexicano.
Leer con la beba, practicar la esperanza y enseñarnos la lucha, la inteligencia y la estrategia. No son los nervios, unos buenos consejeros, hoy no decidimos, salimos adelante, pensamos, repasamos objetivos lejanos, nuestros propo-sueños descritos atrás cuando partimos, y por vislumbrar, la fortuna en nuevos destinos desconocidos, encontramos el paso que sigue, adelante, y sonreímos entre la humedad. Repletos de instantes emocionalmente encontrados, prolongados, pausados, incómodos.
En una choza donde no llega internet, sí que tenemos una botella de 2 litros de coca-cola encima de la mesa.