
todas las criaturas vivas al unísono
clamaron al cielo, como una orquesta sinfónica que interpreta composiciones de Xenakis:
Algunos gritos de pura esperanza y otros de dolor.Y también de celos.
Pájaros piando, gacelas croando, jirafas en un trote desgarbado despavorido, bramando a las nubes.
Trompetas agudas entre cuerdas estiradas de violonchelo y notas rotas, gordas, terribles. Largas…
A partir de aquel día, las quejas pesadas de todos los árboles secos se suspendieron en un silencio vacío, y sus troncos cayeron hacia el magma. Apareció una luna llena que les iluminó las enjutas caras de La nada:
Ya no habría más descensos de nubes y sí unas terribles necesidades de agua.
Se avecinaban épocas de Sequía...

Así terminan los idilios, sin guiños de comprensión, ninguna.
Nos miramos, pobres. En silencio.
«Abuela,
aquélla de allá…
-señalando-
no se parece a una tortuga?»
Ya no existía la caza en abundancia. Los elefantes fueron los primeros en emigrar, los hipopótamos y todos los Grandes Reyes de la Selva. Los primeros inmigrantes de la Tierra, mucho antes de los San de complexión bajita. Muchos de los Ñus les acompañaron, también los leones dependientes, los carroñeros.
El viento cada día fue erosionando la tierra, las rocas se fueron volando, todo se fue,
pulverizando, las mesetas comenzaron a disolverse en dunas de arena, frágiles y leves.
De arena roja, de granos cobrizos del color del fuego hermano, compañero, imprescindible
del Desierto del Kalahari.
A los árboles se les quemaron las ganas, aunque muchos renacieron con espinas agudas,
sus frutos se empequeñecieron, se avinagraron sus venas y dejaron de desprender aquel olor a manjar del trópico,
pero tú no te acuerdas.
Arrugados, sin poda por los animales salvajes, apenas alguna rama crecía con FE, hacia arriba.
Buscando la humedad, entre una maleza áspera, que la enmarañaba
Gozando del sol…
Continuará.
Qué lindo que te gustó. Es una de las experiencias más mágicas de mi vida. Gracias por compartir, me pillaste con el café de la mañana y agradecí tanto tus letras…una abrazo!
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Me entregué a esta lectura con el ritmo más lento de la vida, cada frase es visibilidad y respiración de la vida, pensé en la luz y los olores. Concierto de sonidos y me transforme en esa hermosa figura que ilustra todo. Desafiante.
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