
¿En mi casa? ¿en mi iPhone? Afuera y adentro. Por fuera y por dentro, cambios.
Viajes. Mañanas. Transformaciones. Sueños…
¿En qué balcón? ¿en mi mente?
En la más pequeña, de las partículas del universo.
En sus conexiones. Oscuras.
La nada, en movimiento.
Y mi útero vacío, hambriento.
¿En verde? ¿En violeta o en rojo?
Lejos y cerca, en la red,
en Madrid, somos familia,
latiendo. Creciendo.
Soy una niña, soy galgo, soy mujer.
Soy una joven escritora, estudiante,
vasca, catalana,
emprendedora. 25 segundos
para ser y dejar de ser,
para otra persona.
Somos de paso.
Un semáforo, ahora en Teams.
Familias de músicos
y perras,
pares, de izquierdas,
entretejiendo barrios, animalistas,
activistas, ¿nos organizamos con Facebook?.
Así suceden ahora, orgánicamente,
proyectos digitales como setas,
como caracoles, calan las lluvias,
antes que la nieve.
Híbridos,
sin fronteras,
a los márgenes de las carreteras.
Es «autum»
caen las hojas, muy lentamente.
Aventureras, nómadas,
blogueras, en furgoneta,
fracasadas, te resuenan
¿sí o no?
Instagramers
seguidores abundantes,
profesores de yoga online,
retomamos «Stories en directo»
y seguimos a «Jaiki» por Youtube.
Redes sociales sin ánimo de lucro,
colaborativas
maneras de vida, “alternativas”.
Gritonas y calladas,
mejor no agradamos,
mejor sin jefes.
A solas tú y yo.
Contrarias, partículas rebeldes.
Sin información de utilidad,
caóticas y perseverantes.
Musicales, ¿por qué no?
¿Por qué no comenzar con el mejor viaje del mundo
y un buen café cada mañana?
En este balcón.