El progreso

Puerto de Veracruz

No puede ser sólo por y para: «vivir con una cierta comodidad«– y dicho sea de paso, que cada cual persiga su propia comodidad.

Mi pregunta es: ¿Tenemos la misma comodidad a lo largo y ancho de las sociedades, en esta globalización?

¿Qué se ha globalizado?

¿El televisor?, ¿internet?, ¿la cama?,

¿el agua?, ¿la sanidad?, ¿la educación?, ¿la violencia?, ¿el feminismo?, ¿la paz?…

Lo sufrimos durante el confinamiento, en esta pandemia. La comodidad, yo creo que no puede pertenecer a unos cuantos, y que definitivamente: no es la finalidad del progreso como evolución.

Transportar cualquier capricho a todas las casas, y que esté al alcance de la mano, en un sólo clic:

¿Cuál es el coste de todo esto y quién paga la fiesta?, te lo preguntas cuando participas. Sólo estamos cómodos en algunos lugares,

¿cada vez menos cómodos?

¿cada vez en menos lugares?

a espaldas y a costa de los otros,

como un círculo vicioso que, ¿no entraremos a juzgar? El extremo de nuestra comodidad en las sociedades occidentales, vivir por encima de nuestras posibilidades, de la sostenibilidad del planeta entero.

Eso es precisamente lo que nos hace tan y tan vulnerables. El mundo económico de algunas sociedades desenfocadas y desenfrenadas se cimienta sobre los costes de todas nosotras.

Mi consejo hoy: Apaguemos las calefacciones! Me niego a estar extorsionada y atemorizada por pensar que vamos a pasar frío. A la mierda! Somos más fuertes que este invierno, al menos en Madrid, este año que no hay Filomena…

Vivimos unas épocas de recesiones, otra vez, de guerras en Europa. Conscientes de las ilusiones de un modelo fracasado, de las palabras bonitas pero poco sinceras de nuestras «democracias liberales», y de las fronteras.

Fíjate:

¿Tienes la ventana abierta y la calefacción encendida?.

«Se puede vivir porque se nació, como un escarabajo o una hormiga. Pero la naturaleza nos hizo animales conscientes!…En parte, a nuestra vida le podemos dar un rumbo. Y si ustedes no le dan un rumbo deliberado, no se preocupen: el mercado se lo va a dar. Y se van a pasar toda la vida pagando cuotas y soñando que progresan comprando cosas a fin de mes, hasta que sean unos viejos inútiles».

«¿La alternativa? Que gasten parte de su vida al servicio de un poco de utopía, si quieren, de intentar construir un país mejor, una sociedad mejor para los que van a venir después de ustedes. Pero esa es una decisión consciente, que en alguna etapa de la vida hay que tomar…Y si tú no la tomas conscientemente, mecánicamente la realidad te va a arrastrar»…

Luchen, muchach@s!

Vive como los grandes optimistas.

Familia

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láak’tsilil,

Sí puede ser que se esté formando un núcleo o WÍNKILIL.

Nuestras vísceras o maneras pensantes, coincidencias dentro del armazón o cuerpo, en los mismos espacios, dentro de las conversas, alrededor de la mesa del café, de los platos sucios, por familias o por separado, giramos adultos y niños en una danza mágica donde el Gandhi! entorno a la máquina de coser, como vampiros a la mesa de visita en visita, cambiamos las cosas de lugar para dormir y barremos las energías gracias a Lucas y a La Negra, varias veces en un día, entorno a los fogones, fabricamos «miel como las abejas» para endulzar el café y derretimos el queso para las quesadillas.

… acerca de LA ARRIBADA, después LA ESPERA y los PLACERES DE UNA VIDA TRANQUILA, …seguimos esperando: LAS LUNAS DE ANNIA, hasta que nos encontramos para conocernos y ESTO ES NOVIEMBRE EN CANCÚN

69 + (2) fotografías sin filtros de una primera arribada a la NAJ del fraccionamiento Las Palmas: acerca de La Familia

SE LLAMABA

SE LLAMABA COLUMBA CAMPILLO

Regresamos el domingo a Veracruz desde San Cristóbal, después de pasar una semana de reflexión con los compas zapatistas, sobre nuestras luchas del día a día y nuestras resistencias: sobre cómo vivir sin conciencia, cómodamente cerca del clima, con los pies secos y los ojos cerrados ante las injusticias, ante las desigualdades, ante el racismo hacia las comunidades indígenas, o el odio hacia las mujeres, esperando a que pase el camión de la basura y se lleve diariamente lo que tiramos, sobre los placeres de una vida tranquila, lejos del activismo y de los que sufren y mueren o desaparecen, fácilmente entre atardeceres tibios en la playa, entre glorias, mangos con chile y caguamas.

O sobre cómo acercarnos a participar con los que crean alternativas para otros mundos mejores. Sobre cómo confiar en el gobierno, en la justicia, en la democracia y en ésta sociedad occidental globalizada, en el capitalismo o en el estado de bienestar o de derecho, o sobre cómo nos organizamos como sociedad para que no nos pisen nuestros sueños y libertades.

Cómo luchar para que no nos aniquilen, para ser los dueños de nuestras tierras y recursos, para que no nos conviertan o nos convirtamos en mercancías, o en esclavos, por necesidad, a cambio de medicinas gratis para nuestros hijos en época de campañas electorales, o por necedad, porque no queramos creer que gobierno y narco son los mismos, o por egoísmo, porque no queramos compartir, porque temamos perder, porque nos guste el poder sobre los demás .

Cómo abrazar a los que lo han perdido todo, a los que hoy están muertos, o a los amordazados; con todas estas preguntas, rumiando, nos subíamos al autobús nocturno, con el pasamontañas todavía en nuestras cabezas, nos despedíamos de los territorios autónomos de Chiapas.

Tuvimos que esperar a las afueras de SanCris, antes de llegar a uno de los peajes, hasta que llegara otro de los autobuses de la ADO, para tratar de evitar posibles asaltos, ya que las estadísticas dicen que ir en convoy mejora la seguridad. Un rato después de iniciar de nuevo la marcha, nos pararon, y subieron una mujer y un hombre con unas linternas, vestidos de azul marino. La mujer se estuvo interesando muy a mi pesar, pues yo estaba tratando de dormir a pesar del desmadre, por si viajaba sola o acompañada, y me cacheó sin identificarse, ni pedirme identificación. Al darse cuenta de mi estado de buena esperanza me estuvo preguntando a ver cuánto había engordado en el embarazo anterior, para terminar afirmando: Seguro que va a ser niña.

Llegamos a Veracruz cuando amanecía, y nuestra familia nos informaron que habían encontrado muerta en Boca del Río a una niña que había desaparecido cuando había salido a correr por el paseo marítimo, que por aquí creo que llaman bulevar.

La habían levantado, habían pedido un rescate, la habían violado y finalmente matado.

En la tarde estaba organizada una manifestación, que no tenía previsto reclamar al gobierno, porque no era política, sino el puro dolor de las víctimas. La fiscalía ya había dado todos los detalles a la prensa, ya estaban detenidos los culpables, ya estaban todos los cabos atados. Ya sólo quedaba esperar a que los asesinos cumplan con las penas, a lo que se comprometía el fiscal personalmente.

Nosotros no fuimos. Hasta ayer descansamos, pero cuando salimos a pasear, nos encontramos con la fotografía de Columba Campillo, con el crucifijo, con las velas y las pancartas en el asta, que fue donde terminó la marcha. Se nos acercó una mujer a preguntarnos, cuando nos vio con la cámara de fotos, le explicamos lo que sabíamos y se fue murmurando que pensaba que había pasado algo importante.

COLUMBA CAMPILLO
COLUMBA CAMPILLO