
Mi ser,
lavadora dependiente de agua. Cada cierto tiempo, cada ciclo,
revuelve nuestro interior: nos recicla y evapora. Y expulsamos las toxinas.
Ciclo de Agua es ciclo de vida.
Las rocas que pisamos
se desprenden a nuestro paso,
se apilan por doquier,
están duras,
materia comprimida, impermeable.
Están muertas.
Pronto nos convertiremos en roca
nos secaremos sin agua.
Por este desierto caminamos,
transportamos garrafas corporales
y cuencos embotellados,
en busca del origen de un río cualquiera
donde seguro que encontraremos una ciudad.
Porque las civilizaciones necesitamos agua.
Ríos del deshielo de las montañas,
hilos escondidos.
La primavera es la fiesta de la vida,
también en esta región.
Estoy en una ducha estrecha
cerrada, salvo por un cuadro diminuto en la parte superior de la puerta.
Hay poco espacio para mi,
y clavos por todas partes, donde colgar mi ropa interior.
Un taburete y un cubo.
Me siento y disfruto,
el agua recorre mi pelo,
mi cabeza, mi cuerpo entero
se precipita en mis tobillos
y cascadas hacia mis pies,
gotas que refrescan mis zapatillas,
saltan y saltan.
Salpican.
Me recreo en la humedad de mi piel
y en mi suerte.
En las cosas sencillas
que en el desierto de Marruecos quedan tan lejos…
Una respuesta a “Agua”