Reflexiones, compañeras

Cuando habitamos y compartimos nuestros espacios, cuando estamos en-por casa, por no ponerme intensa-

El sol comienza a calentar, en orden: geranios, azaleas, alegrías y cactus. Los que han sobrevivido a la gran nevada y algunos tiestos que rescatamos de la calle. Es lo mínimo que podemos hacer para cuidarnos, dedicarnos un rato cada día al cuidado de los seres verdes. Vivimos enfrente del Instituto donde fui a votar, el Gregorio Marañón. Tenemos el privilegio de ver cómo grupos de jóvenes pintan sus muros con grafitis muy chulos, que embellecen nuestras vistas.

Disfruto de estar cerca del barrio de Tetuán, soy muy fan de los barrios del centro, pero el ruido es bastante ensordecedor dentro de la M30, muchos instantes del día y de la noche, por igual. Recuerdo cómo era antes, cuando no existía el toque de queda. Y ahora, que se ha terminado…me pregunto si tonight resurgirá ese Madrid ruidoso por las noches. Durante todo un año lo único que hemos escuchado a medianoche era el semáforo para ciegos.

La primavera nos ha traído al PP muy reforzado tras un año de pandemia, aunque el PP gobierna Madrid desde siempre, y no hay nueva política. También nubes cargadas de lluvia fina, constante, días de nubes y sol, nubes blancas y negras, unas cuantas borrascas, «Hola Lola», en las tertulias de Jordi Basté, y formas en el cielo de nuestro balconcito.

No es tan fácil encontrar nuestro lugar favorito, ni tampoco compartirlo con ustedes.

Me comienzan a llover preguntas:

¿Cuál es tu lugar favorito?

¿Cuánto tiempo te llevó encontrarlo? ¿Cuántas veces cambió a lo largo y ancho del encierro?. Muy estadísticas, muy numéricas. Mucho viento. Desde dentro de mi «mejor versión» (from THE Good Place): la más creativa, apacible, soñadora, sociable…Desde mi balconcito, un lugar fuera de nuestra casa para pasar los domingos, y para ver llegar las tormentas: una detrás de la otra, domingo detrás de domingo.

Vivir cerca de un cafecito y una libreta, lo es.

Hay un intercambio.

Me enseñaron cómo alcanzar resultados, sin apenas vivir los procesos. Pareciera que el mundo se acelera, exageradamente, veloz. Nosotros con dispositivos y aplicaciones para vivir todo más rápido, completamente desfragmentados. Pero cuando estamos haciendo lo que nos gusta hacer, disfrutamos de cada momento…

Lo ensanchamos, habitándolo. Sentándonos con un café en la mano.

Y no es ningún lugar de paso. Nos fijamos en los detalles. Saboreamos cada trayecto, la leche. Sea la que sea: de vaca, de avena, de arroz o de coco. Cada instante, hasta que la taza se acabe: Y un ratito más, recordándolo. Incluso quietos en el mismo lugar, en cualquier banco. Randomly, disfrutamos. Cuando nos desprendemos del resultado, y de la meta…

Si viviéramos para o por un resultado,

Disfrutar de cada proceso, sin tanto miedo.

Educar con costumbres. Predicar con el ejemplo.

La vida de este planeta, para cada uno de sus seres vivos, es una historia que

¿trata sobre lo mismo?

Habita conmigo, este planeta-casa.

 

Como roca solitaria

EMBALSE «EL BATÁN«

Hemos regresado al embalse de El Batán, rodeado por un bosque de zarza moras y pinos, cerca de las montañas donde descansa el monasterio de El Escorial. Casi casi, un par de días antes de hace exactamente un año.

Hay maneras y maneras de celebrar un ANIVERSARIO

¿Con vino?- Esta es nuestra propuesta.

Desde el momento del reencuentro, incluso un poco antes, las rocas pulidas de la presa se divierten con nuestras voces, como si nos hubieran estado esperando todo este tiempo: desde que Orión arañó sin querer al primogénito en la espalda y casi lo ahoga, tratando de sacarlo a flote.

Jugamos con tu eco y es así como establecemos el primero de los diálogos con semejante interlocutora. La luz es abrumadora para las montañas y riscos pelados. Los peces saltan juguetones a saludarnos, y ya no paran de chapotear: clock!, cuando caen son muy graves y negros, clock!,

Como relojes ingleses? me es compleja la onomatopeya, y no viene al caso… mira otro, mira mamá!- tiene su urgencia.

Los gritos son ondas que recorren sin tanta prisa la superficie, mecen a los patos (que aquí no hay cisnes*). Un perro ladra a lo lejos. Los patos se refugian del sol ardiente a la sombra de las paredes de la presa. Es el día de la Virgen. La tranquilidad es absoluta, salvo por algunas motos en la carretera que suben y bajan a gran velocidad, intermitentes.

Y aquellos ladridos circunstanciales.

Unas flores rosadas se agarran a las rocas de la orilla, trepan desde las profundidades, desde otras rocas mojadas hacia el calor y beben de este agua dulce, verde, embalsada, privilegiadas a la luz blanca, relucen.

Relucimos todas. También tus alas. Sentadas sobre una roca de pizarra plana observamos por primera vez algunos cambios, escucho a la mente matemática que habita en mi interior, deformada por tantas clases de estadística; este año hay más agua en el embalse.

Que ¿cómo lo sé, o cómo podría asegurarlo?Recordarte cómo nos tirábamos de cabeza desde un trampolín natural, que este año está casi completamente sumergido: mira allí!…El Eco de los ladridos histéricos de Orión el Negro (entonces fue muy difícil pasar desapercibidos), tratando de sacar al primogénito del agua. Hoy nos seguimos preguntando cómo es que no hay nadie por aquí. Namasté- Namasté-Namasté-Namasté….

Este es un viaje que se repite, se repite y se repite, como un ajo. «Botitas y piedritas» que no sé cómo, le dan un sentido a nuestra existencia. Y también «chanclitas y piedritas» que nos tiran una y otra vez, de culo contra el suelo.

PORQUE HOY ES SÁBADO, y así celebramos nuestro amor.

Así resuena este planeta de sol y roca. Hace menos calor que el año pasado y esta vez, como sabíamos el camino prohibido, nos preparamos mejor y ninguna llegamos en chanclas…trajimos la hielera con sidra y cerveza, porque así somos también humanas. La Negra sin tantos pedos ni preludios, como no hace tanto calor, sigue olisqueando y ni siquiera se ha bañado.

Algunas piedras brillan y las más planas rebotan sobre tu superficie y cuando las lanzamos, seguimos jugando contigo. Subíamos por un camino al que se accede a través de una verja cerrada, está prohibido el paso- comienzo a contarte una historia de otro embalse…tratábamos de estar calladas, para escucharte llegar a nosotras, cuando un fragmento de otro viaje atravesó mi mente inquieta, sin avisar, creí que llegaríamos a cualquier otro lugar, en cualquier otro tiempo…

A otro embalse de pesca de no sé dónde, con otro de nuestros perros….¿Te acuerdas? También era sábado, seguro y también nos abrasábamos sobre las rocas. De Sol, Lucas y sombra. Algo así:

Salta cuando se ensanchen las olas y las burbujas blancas te rodeen

Salta cuando se ensanchen las olas y las burbujas blancas te rodeen

No somos una línea recta.

El agua está muy fría aunque la superficie esté caliente, engaña la orilla. Al nadar toda mi masa te mueve, íntimamente. Con nuestras voces de fondo. Duelen los pies y duelen los dedos. Mi piel se torna gélida por dentro y asoleada por fuera. Me estoy transformando, roca. No hay nubes, no hay testigos, el azul y el verde se fusionan conmigo, por dentro. El sol calienta justo encima de nuestras cabezas, interminable. La muralla de cemento que retiene todo este líquido, afluente del Tajo, tiene tres ventanas por las que admirar el monasterio, a lo lejos, y un camino por encima, pero este año, también está cerrado. La brisa está fresca.

Las pequeñas olas que remuevo con mis latidos y con tus ecos, de mi voz…iluminan tus murallas, como bolas de Navidad. Al fin, seca y mojada, como una roca solitaria, enredada entre tus flores, como si fuera una más.

Meditación: Como roca solitaria…

Continuará.

* DE IRENE SOLA, DE SU LIBRO CANTO JO I LA MUNTANYA BALLA